Ignoro qué lugar ocupará la economía en el improbable supuesto de que, en el futuro, exista un progreso moral de la humanidad. A diferencia de los analistas financieros, se me da mal predecir el mañana, pese a lo cual, estoy convencido de que su lugar en la “academia” irá unido, inexorablemente, a otras disciplinas. Cuáles sean estas, resulta difícil precisar, como ya apunté anteriormente, no soy analista financiero, tampoco bebedor de cervezas en la barra de un bar. De ahí que deba, modestamente, moverme en el ámbito de las hipótesis, entre las cuales, me gustaría destacar las siguientes:
Facultad de humanidades. Sí, antes de hablar de la oikonomia, el estudiante deberá sumergirse en los Platón, Aristóteles, Spinoza o Kant, estudiar las barbaries financieras del siglo XXI como producto de la hybris, en la misma unidad temática en la que se estudia la esclavitud. Los alumnos que quieran especializarse en oikonomia deberán mostrar un buen nivel de argumentación y poco aprecio por el dinero.
Facultad de matemáticas. La humanidad no sabe qué hacer con la oikonomia, pero los descendientes de los banqueros piden que se siga estudiando como disciplina. En los libros de oikonomia financiera los seres humanos del futuro leen fórmulas, números, curvas invertidas de tipos de interés, funciones, derivadas. Pero nada cuadra, todas las fórmulas, como se ha demostrado a partir de la segunda mitad del siglo XXI, son meros subterfugios subrepticiamente destinados a esquilmar a la población. A regañadientes, los rectores de las universidades aceptan que se estudie como “paleomatemática manipulativa”.
Facultad de criminología. La humanidad lo tiene claro. La sociedad no puede tolerar comportamientos oikonomicos Combatirlos exige dotar a los juristas y, en general, a los cuerpos y fuerzas de seguridad, de todos los medios materiales e intelectuales necesarios para combatirlos.
Facultad de historia. ¿Qué circunstancias traumáticas provocaron que las elites se dedicaran a especular sobre los futuros del trigo entre los años 1980 y 2050? ¿Qué les llevó a considerar aceptable especular sobre el precio de los alimentos en el mercado de “commodities” de Chicago? El asunto debe estudiarse a fondo para que la humanidad aprenda y no se vuelva a repetir esta barbarie.
Facultad de psicología. ¿El inconsciente reprimido de las elites sublimó sus pulsiones a través de la compraventa de ficciones? ¿Genes o ambiente? ¿Qué conduce a un individuo a ser un oikonomo inescrupuloso?
En el análisis de la problemática inherente a la extensión del permiso de nacimiento y cuidado de menor, apuntaba en mi anterior artículo que la estimación de este tipo de demandas planteaba una serie de ventajas e inconvenientes. Entre las ventajas citaba que compelía al legislador a aprobar leyes más completas, más integradoras. Resulta preciso recordar que la ampliación del permiso controvertido tuvo lugar a través del Real Decreto-Ley 6/2019, de 1 de marzo, de medidas urgentes para la garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación, norma que dio una nueva redacción al artículo 48, apartados 4 a 10 del Estatuto de los Trabajadores. Conviene tener en cuenta que la fórmula del Real Decreto-Ley, tristemente acogida en nuestra democracia por los diferentes gobiernos sin rubor alguno y, desde luego, sin la urgencia que reclama este tipo de normativa, según advierte el artículo 86 de la Constitución española, sustrae del debate parlamentario las materias afectadas por estas disposiciones, que se articulan como meros aparatos de propaganda del gobierno de turno y que se aprueban o no en un debate “de totalidad”.
En este contexto, me comentaba un Magistrado que el partido político Ciudadanos había sido partidario de introducir una ampliación del permiso de cuidado de menor en el caso de familias monoparentales. Llevado por la curiosidad, he consultado el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, de 3 de abril de 2019. Reproduzco, a continuación, las siguientes intervenciones, en los apartados relevantes a los efectos que nos ocupan:
“Probablemente también habría dado tiempo a presentar enmiendas, en nuestro caso, por citar solo una, en el sentido de que las familias monoparentales -que ya forman una parte importante de las familias- se pudieran sumar los permisos de la madre y del padre o, en todo caso, que pudieran designar otra persona, porque si no estarían en desventaja. También habríamos podido presentar otras enmiendas en el sentido de ir aumentando paulatinamente las semanas (Compromís)”.
«Se pueden mejorar algunas cosas; concretamente, lo que decía el señor Baldoví anteriormente sobre la reivindicación -que me parece más que justa- de las familias monoparentales. Hacemos nuestras las reivindicaciones de la Plataforma de Familias Monoparentales de Cataluña y de la Red Estatal de Entidades de Familias Monoparentales. Como ellos bien dicen, la nueva ley propone que ambos progenitores tengan un permiso de dieciséis semanas remunerado al 100 % para cuidar a sus hijos, que suman un total de treinta y dos semanas de cuidados, pero discrimina a los hijos y las hijas de las familias monoparentales. En esta ley las familias monoparentales no son tenidas en cuenta en sus especificidades y resultan discriminadas, dejando en desventaja a los menores -que es la parte importante- que solo tienen un progenitor o una progenitora, situándolos en una clara discriminación/(ERC)».
¿Qué pasará con esas familias monoparentales, con un solo progenitor, mujer en este caso, porque la mayoría son mujeres, con la mitad de familia extensa que podía ayudar con los niños? Evidentemente son las que tendrán mayores dificultades para conciliar. Pues ustedes todo eso lo pasan por alto, así como el interés superior del menor, que en este caso estaría en desventaja. ¿No sería justo que esa progenitora o progenitor tuviera derecho a disfrutar de la suma total de los permisos concedidos al padre y a la madre? Desde luego, en Ciudadanos lo tenemos muy claro, y la respuesta es sí (Ciudadanos).
Así, pues, en el momento de aprobarse la normativa, ya existían voces que reclamaban ese derecho desde diferentes ópticas ideológicas, de donde parece deducirse que legislar sin abrir un proceso dialéctico redunda en perjuicio de la sociedad, cuyas necesidades a medio-largo plazo resultan obviadas por la inminencia y peso de las encuestas diarias, convertidas, gracias a los medios de comunicación, en arrolladores instrumentos matematiformes generadores de conductas antidemocráticas. Que la construcción del derecho va ligada a la política es algo que resulta evidente, como evidente es que las posiciones jurídicas de los ciudadanos no pueden estar sujetas a una constante provisionalidad. La obligación de cohesionar la sociedad y articular un sistema jurídico merecen mayor reflexión y menos postureo. También los medios de comunicación resultan cómplices de la superficialidad, empeñados, constantemente, día a día, en situar a los distintos gobiernos al borde del abismo, al borde del precipicio. La “zozobra del presente” es un buen titulo para un ensayo pero, en ningún caso, es una divisa aceptable para cohesionar la sociedad. Después de todo, quizá vivimos, como diría Nietzsche, en “El crepúsculo de los ídolos”, en la nada o, lo que es peor quizá, en la “postnada”.
La STS 169/2023 (rec. unificación de doctrina 3972/2020) ha desestimado la pretensión de acumulación en los términos que solicitaban las demandantes. La desestimación de esta pretensión se articula, básicamente, sobre los siguientes elementos:
1-El carácter contributivo de la prestación, aspecto que debería proyectarse en el régimen jurídico de la misma más allá de la mera ampliación del permiso, con afectación de la posición del empleador.
2-La existencia de límites a la interpretación judicial, entendiendo el TS, a mi juicio con acierto, que la ampliación supone «creación de derecho», actividad que corresponde al poder legislativo.
3-La ausencia de una normativa internacional que sirva de amparo a la pretensión. Invocar la prohibición de discriminación exige, previamente, ponderar si existe o no dicha discriminación. En este supuesto, no existe norma internacional concreta aplicable.
4-La idea de que el «interés superior del menor» no supone el único criterio que debe informar esta cuestión.
5-La interpretación con «perspectiva de género» no es aplicable a este supuesto.
(Con mayor o menor acierto, estas ideas que recoge la sentencia informaban los puntos 1, 3, 6 y 7 de este artículo, que escribí el día 13 de abril de 2022).
En el presente artículo analizaré, brevemente, por qué considero que las sentencias que condenan al Instituto Nacional de la Seguridad Social al pago acumulado en la misma persona de la prestación de nacimiento y cuidado de menor, en el caso de familias monoparentales, no contienen una argumentación jurídica sólida. Sin perjuicio de un análisis más exhaustivo de una problemática que entronca con la crisis del derecho continental en su vertiente de modelo de juez, me conformaré con citar los siguientes puntos:
1º. El artículo 48, apartado 4º, párrafos 1º y 2º, del E.T. no parece admitir interpretación. Se habla de madre biológica y de «el otro progenitor». Por lo tanto, permitir la acumulación es crear una prestación nueva, no regulada. En los ordenamientos continentales, como el nuestro, el juez no tiene como función crear derecho, siendo competente para ello el poder legislativo, con la consiguiente ruptura de la división de poderes (sin perjuicio del carácter dinámico de los tres poderes, que no son compartimentos estancos, sino que tienden a rivalizar entre ellos con el objetivo de ocupar más espacio).
2º. La sentencia del TSJ del País Vasco habla de discriminación de la norma, declara dicha discriminación y reconoce una nueva prestación. En nuestra sistema jurídico, el control sobre la constitucionalidad de las normas (si una norma discrimina vulnera el artículo 14 de la CE) corresponde al Tribunal Constitucional. Por este motivo, lo procedente, desde mi punto de vista, es elevar una cuestión de inconstitucionalidad si se advierten indicios de que se produce tal discriminación.
3º. Se pretende, en algunas sentencias, eludir la elevación de la cuestión de inconstitucionalidad sobre la base de que la Ley de Tratados Internacionales, Ley 25/14, de 27 de noviembre, declara la prevalencia y aplicación directa de los instrumentos internacionales(artículo 31). Pero la Convención de Derechos del Niño, lo que hace, es prohibir la discriminación, no declarar que existen unos derechos de Seguridad Social específicos para las familias monoparentales (sí tienen prestaciones específicas en consideración a ello). Y, estamos de acuerdo, debe evitarse cualquier discriminación, pero, ¿existe, en este caso, discriminación? Y, en caso afirmativo, ¿puede declararla un órgano de la jurisdicción ordinaria? Me resulta difícil responder afirmativamente.
4º.La sentencia del TSJ del País Vasco va más allá, incluso, de lo que iría el Tribunal Constitucional pues, este último, si apreciara la discriminación, anularía los preceptos legales que vulneran el artículo 14 (artículo 39 de la LOTC) pero no crearía una nueva prestación.
5º. En algunas sentencias, Juzgado Social 26 de Barcelona, se ha llegado a decir que la norma no es contraria a la Constitución pero sí lo es el criterio del INSS, cuando es imposible, a mi modo de ver, poder mantener otro criterio si leemos el artículo 48.4 del ET (madre biológica-otro progenitor). Resulta probable que, en su sentencia, el titular de este órgano judicial haya percibido una incoherencia dogmática y la haya salvado acudiendo a la tesis de que la norma es constitucional, no así la interpretación que de ella hace el Instituto Nacional de la Seguridad Social.
6º. Se parte del supuesto erróneo, este sí claramente, de que si hubiera dos progenitores existirían dos prestaciones de nacimiento y cuidado de menor, cuando lo cierto es que si el otro progenitor no tuviera la carencia necesaria o no estuviera en situación de alta o asimilada al alta, no existiría derecho a la prestación y nadie podría justificar lo contrario.
7º. Si se acepta que la contributividad es un elemento esencial del sistema de Seguridad Social, cuestión que me parece obvia, no se alcanza a entender por qué las cotizaciones de un trabajador, progenitor monoparental, pueden generar una prestación de 26 semanas, mientras que la del resto de trabajadores solo posibilitan una prestación de 16.
En síntesis, la creación de esta nueva prestación por parte de un determinado colectivo de jueces plantea problemas más allá del derecho de la Seguridad Social, debiéndonos remitir a la filosofía del derecho para tratar de encontrar explicaciones mínimamente satisfactorias. En este sentido, parece que los jueces partidarios de la acumulación se adscriben, o así lo parece, a alguna de las corrientes del realismo jurídico.
(En el momento de escribir estas líneas, se han pronunciado a favor de la acumulación los TSJ de País Vasco, Galicia, Aragón. En contra, Asturias, Valencia y Madrid).
Toda civilización refiere sus orígenes a un tiempo ignoto de dudosa historicidad. Tal es el caso del nacimiento de la civilización romana, nacimiento rodeado de una serie de improbables, por no decir imposibles, acontecimientos. Probablemente, la necesidad que sintieron los romanos del siglo I a. de c. de rodear de grandeza pasada su grandeza presente explica, en parte, el “relato oficial” sobre la fundación de la ciudad. La fecha propuesta, el año 753 a. de c.,“no debería ser tomada demasiado en serio. Todo parece indicar que fue fijada por medio de un proceso artificial de cálculo mecánico” (Cornell, 1999,107). En dicha fecha, dos gemelos, Rómulo y Remo, tras restaurar en el poder a su abuelo Numitor, depuesto por su hermano Amulio en la mítica Alba Longa, deciden fundar una ciudad. “Era sobreabundante, por otra parte, la población de Alba y del Lacio, a lo que había que añadir, además, a los pastores; el conjunto de todos ellos permitía esperar que Alba y Lavinio iban a ser pequeñas en comparación con la ciudad que iba a ser fundada” (Livio,2016,16). La ciudad, tal y como afirma Tito Livio, apunta su grandeza desde el mismo instante de su fundación mítica. Sin embargo, conviene precisar que los parámetros poblacionales de la época, así como el tamaño de las poblaciones del Lacio durante el siglo VIII a. de c. no deberían hacernos creer en núcleos poblacionales superiores a unos cientos de personas. Así, caso de haber existido algo parecido a una fundación simultánea de la ciudad, esta no hubiera apenas alcanzado el tamaño de un villorrio. Y es que como apunta Mary Beard en su SPQR, “casi con toda seguridad no hubo nada parecido a un momento fundacional de la ciudad de Roma”(Beard, 2016,75).
Rómulo y Remo, los gemelos amamantados por una loba, quizá una prostituta, según el relato racionalizador de la leyenda, tras ser abandonados junto a un río, enfrentan el ritual iniciático de la vida salvaje como presupuesto necesario para enfrentar su destino, destino que, necesariamente participa del elemento trágico. Y es que en el momento de la fundación ambos contienden sobre el lugar exacto donde erigir la urbe, de modo que, siguiendo el “ritual etrusco”, deciden tomar los augurios. Remo obtiene primero el augurio, seis buitres, Rómulo tras él, doce. Remo se atribuye la prioridad temporal, Rómulo la cuantitativa. Ambos son aclamados como reyes, la lucha a muerte resulta inevitable y, en ella, Rómulo hiere de muerte a Remo y lo mata cuando este atraviesa las murallas de la ciudad. “Así muera en adelante cualquier otro que franquee mis murallas”(Livio,2016,17).
Realizadas las ceremonias religiosas, convocada a asamblea la población y ordenadas las leyes, Roma va afianzando su poder. Sin embargo, la carencia de mujeres amenaza su futuro, de modo que se envían legaciones a distintos lugares a fin de celebrar alianzas. Ninguna de tales legaciones obtiene éxito, ante la probable envidia de las ciudades colindantes, de manera que, taimadamente, Rómulo decide celebrar unos juegos en honor de Neptuno Ecuestre e invitar a ellos a los pueblos vecinos. Ceninenses, crustuminos, antemnates se dan cita. Los sabinos acuden en masa, mujeres e hijos incluidos. Los jóvenes romanos, violando las leyes de la hospitalidad, raptan a las mujeres de los sabinos en el conocido episodio mítico conocido como “rapto de las sabinas”, episodio recreado en el siglo XVII por el pintor Nicolas Poussin. En el cuadro “Rómulo aparece de pie en un estrado controlando tranquilamente la violencia desatada a sus pies, sobre un fondo de arquitectura monumental todavía en construcción” (Beard, 2016,63).
Analizado brevemente el relato de la fundación resulta evidente que el mismo no destaca por la nobleza de los actos y la defensa de grandes principios. El asesinato y el rapto de mujeres no son aspectos que, entendamos, puedan dar pedigrí a un pueblo. De aquí que H. Strasburger concluyera que “el mito de Rómulo y Remo no era una leyenda autóctona primitiva, sino más bien fruto de la propaganda antirromana elaborada probablemente en la Magna Grecia a finales del siglo IV a. de c. por alguna víctima resentida del imperialismo romano(Cornell T.J., 1999,85). Sin embargo, Cornell apunta a que los motivos que aparecen en la fundación de Roma forman parte de una especie de patrimonio común universal. La unión incestuosa o hierogámica (Rómulo y Remo como hijos de Rea, hija de Numitor, y Marte, un dios), el abandono, la salvación del niño, la intervención de un animal o el asesinato, son elementos que aparecen en los cuentos y leyendas populares de muchas sociedades. No podemos obviar, por ejemplo, que en la historia cristiana Caín mata a su hermano o que el propio Jesús es fruto de una relación anómala en la que interviene un dios.
Por otra parte, en la cuenca mediterránea encontramos relatos fundacionales que, como apuntábamos anteriormente, contienen elementos mitológicos análogos. Así, Erictonio, primer rey de Atenas, nace de una relación anómala entre Hefesto y Atenea, quien a pesar de intentar huir del arrebato violento del dios, no puede evitar que parte del semen de Hefesto caiga en su pierna. Asqueada, Atenea se seca los restos seminales con lana y lanza la inmundicia al suelo. La tierra, así fecundada, da nacimiento a Erictonio. En este relato se observa, de nuevo, la relación anómala que da origen al héroe fundador y el abandono, simbólico en el rechazo del semen de Hefesto.
Asimismo, Semíramis, fundadora de Babilonia, era hija de la diosa Derceto y de un mortal llamado Caístro. Derceto, avergonzada, abandona a la niña, que es criada milagrosamente por unas palomas. De nuevo, la relación anómala y el abandono constituyen piedras angulares del relato fundacional.
En definitiva, examinado con brevedad el mito inaugural de Roma, observamos la tendencia de los pueblos a alzarse, en sus orígenes, muy por encima de la racionalidad y la historicidad, mezclando en sus inicios intervenciones tanto milagrosas como mezquinas. En el caso de Roma observamos la tendencia legitimadora que, una vez afirmada la grandeza del Imperio, se acentúa en el siglo I a. de c., momento histórico en el que Tito Livio escribe su “Ab urbe condita”. Por otro lado, y pese a su pretendida originalidad, observamos que los mitemas se repiten en diferentes culturas, sin que la conexión entre ellas explique tal casualidad, como ilustra, entre otros, T.J. Cornell. Por otro lado, resulta pertinente afirmar la imposibilidad de llegar a entender, con plenitud, los aspectos mitológicos de toda civilización, pues ello nos obligaría a situarnos en un plano psicológico transhistórico de imposible concreción. De modo que al abordar la Historia de Roma resultará preciso prescindir, en cierta manera, de preconcepciones para penetrar, siquiera superficialmente, en el tejido de una de las civilizaciones más apasionantes de la historia de la humanidad.
Beard, M. (2016). SPQR. Barcelona: Editorial Crítica.
Cornell T.J. (1999). Los Orígenes de Roma. Barcelona: Editorial Crítica.
Grimal P. (2009). Diccionario de Roma. Madrid: RBA Coleccionables.
Livio, T. (2016). Historia de Roma I. Madrid: Editorial Gredos. RBA Coleccionables.
Malsócrates pasea por el foro en solitario, con la cabeza gacha, pensativo. Se encuentra con su amigo Eudomo.
“Te veo pensativo Malsócrates”. “¿Acaso estás reflexionando sobre qué es la virtud y qué su déficit?”. ¿O es la forma ideal de gobierno la que ocupa tu mente?
“Ciertamente, ni una cosa ni otra Eudomo. Andaba pensando en cómo vivir del Estado sin aportar nada a cambio”.
“Gran cosa es Malsócrates, yo llevo haciéndolo desde que nací. Exploto a mis esclavos, llamados asalariados por los falsos filósofos, es decir, por los sofistas”. “Exprimo sus capacidades y hasta les pago un salario, ahora que me resulta más barato que pagarles un arriendo y la comida”.
“Por eso, gran Eudomo, me parece cosa de dioses haberte encontrado precisamente hoy en el foro”. “Creo que podrás ayudarme”.
“Cierto, Malsócrates. Si lo que pretendes es vivir del Estado sin tener propiedades, te recomiendo que visites a mi amigo Critias, un gran conseguidor de incapacidades permanentes”
“¿Enfermo me ves Eudemo?”
“En absoluto. Pero necesario es que finjas estarlo para engañar al Estado y conseguir tu incapacidad”.
“Eres astuto Eudemo”. ¿Y qué enfermedad crees que puedo fingir?
“Eso es cosa fácil Malsócrates”. “Los jueces de Atenas hace tiempo que abjuraron de la ciencia”. “Además, te veo cansado de tanto filosofar”.
“Cierto es. Tan cierto como que necesito cobrar algo para seguir filosofando”.
“Pues ve a ver a Critias y que su médico Calisto te diagnostique Ataraxia”. “Aunque te advierto que luego te será difícil defender la virtud”.
“No hay mayor virtud que la de manipular a las masas hablando de virtud” “¿No crees Eudomo?”
“Ciertamente, qué sería de nosotros sin la hipocresía. Toma la dirección de Critias y dile que vas de mi parte, pues de este modo yo podré pedirle la correspondiente comisión”
“Astuto y muy digno de nosotros los oligarcas”.
“Pues ve y no pierdas más tiempo, los dioses no siempre nos van a ser propicios”.
“Sea como dices”. “En breve habremos hundido la República con permiso de Zeus”.
En los diálogos de Platón, Sócrates, personaje central de los mismos, expone sus ideas sobre la justicia, el bien, la belleza, el amor.
En uno de esos diálogos, “El Critón”, Sócrates recibe la visita de este durante su encarcelamiento. Un Sócrates condenado por corromper a la juventud, se negará a huir con Critón, que ha logrado comprar a los carceleros, argumentando que responder a un injusto con otro injusto constituye un injusto mayor.
Ni que decir tiene que este ideal ético platónico se encuentra muy alejado de la conducta que adoptaría hoy un reo en una situación semejante. Me he permitido crear un personaje llamado Malsócrates, que representa a un Sócrates inverso carente de escrúpulos y alejado del ideal de justicia. En el GRITÓN nos ofrece su primera lección.
“¡Cuánto has tardado Gritón!¡Ya estaba maldiciendo a tu ascendencia!” “Lo siento Malsócrates.He tenido que sobornar hasta a las piedras”. “Entiendo.¿Crees que es justo?” “El qué” “El auto de prisión dictado contra mí por corromper las instituciones bancarias”. “¿Acaso te has convertido en un hombre bueno Malsócrates? ¿Desde cuándo te preocupa la justicia?” “Ciertamente, tienes razón Gritón.El concepto de justicia me resulta esquivo”. “¿Entonces?” “Estaba pensando en la argumentación que ofreceré a los ciudadanos una vez liberado de esta prisión”.“He de parecer justo Gritón”. “Ciertamente, qué sería de nosotros, los nobles, sin la apariencia. “¿Es justo entonces el auto,amigo? “Justo en grado sumo”. “Se te acusa de estafar a ancianas, corromper cuentas corrientes de inválidos, distraer cantidades heredadas por recién nacidos…” “¿Y?” “Se quedaron cortos”. También estafaste a viudas y a negros pobres”. “Cierto Gritón”.“Pero tú que eres un hombre sabio, dime:¿acaso no me debía yo a mis accionistas?” “Sí, Malsócrates, te debías”. “¿No eran ellos los que sufragaban mi salario y me protegían de la rapacería de Hacienda”? “Ellos eran, en efecto”. “¿No debía yo, pues,evitar a toda costa que cayeran en la pobreza?”. “Tenías que evitarlo”. “Pues entonces es justo que desposeyera a viudas para dar satisfacción a accionistas.Si hubiera satisfecho a las viudas y arruinado a los accionistas, estos me habrían enviado a la cárcel directamente y habría caído en el mayor de los desprestigios”. “En la cárcel ya estás Malsócrates”. “Por poco tiempo.Gracias a que fui justo con ellos puedo escapar, pues cuento con recursos suficientes para comprar voluntades”. “Tienes razón”. “Más dejemos las disquisiciones Gritón. Abre la celda y marchemos a mi mansión. Hace ya dos días que no como langosta”. “De acuerdo, pero:¿qué debo hacer con la cicuta que debías tomarte?”. “Entrégala a los carceleros. Unos funcionarios de menos siempre es cosa buena para la República”. “Cierto. Que la beban entonces y que les den, querido Malsócrates”. “Así parecen quererlo los dioses Gritón»
Un teólogo, probablemente una buena persona con ideas terraplanistas, califico con sobresaliente este trabajo dedicado a uno de lo miembros más destacados de la Ilustración Radical.
Con el término Ilustración, por lo demás impreciso e inadecuado, se define el movimiento intelectual de alcance mundial que tiene lugar a finales del siglo XVIII con importantes consecuencias sociales y políticas. Este período se caracteriza por su fe en la racionalidad humana y por un temperamento crítico, escéptico, empírico y práctico.
Tiende a presentarse la Ilustración como un movimiento relativamente homogéneo que proclama la libertad del hombre, critica la servidumbre que deriva de la autoridad y exige la educación como instrumento a través del cual los hombres pueden alcanzar dicha libertad. “¡Sapere aude! ¡Atrévete a saber! Nos dirá Kant en su breve ensayo Qué es la Ilustración. Sin embargo, hubo dos corrientes ilustradas claras y en pugna: la denominada moderada, que postula un equilibrio entre la razón y la tradición apoyando ampliamente el statu quo, y la radical, que fundía cuerpo y mente y consideraba la religión como pura superstición (Jonathan Israel,28, 2015). Pero la Ilustración radical va más allá del mero ateísmo y proclama como valores la democracia, la igualdad sexual y racial, la libertad completa de pensamiento y el Estado secular(Jonathan Israel,7,8 2015). Mientras la Ilustración moderada defendía el principio aristocrático, la radical afirmaba el principio democrático. Al mismo tiempo que los moderados gozaban del favor de los monarcas, los radicales publicaban sus obras con seudónimos o sufrían la censura, inclusive la autocensura. En la primera destacan autores como Montesquieu, Hume y Voltaire; en la segunda mentes como las de Diderot, D´Holbach o Helvetius.
El objetivo del presente trabajo es poner en valor una de las obras más importantes de la Ilustración radical. Y es que, a pesar de que D´Holbach apenas ocupa unas pocas líneas en cualquier historia de la filosofía, entiendo que su Sistema de la naturaleza reviste mayor importancia de la que, a menudo, se le ha dado en los círculos académicos. Para alcanzar este objetivo, y tras realizar unos breves apuntes sobre la biografía y obra de Holbach, abordaré las principales ideas de su Sistema. Sobre la base de ellas, y de la bibliografía estudiada, que se cita a lo largo del trabajo, realizaré las oportunas conclusiones con la finalidad de justificar mi tesis.
D´Holbach nace el 8 de diciembre de 1723 en Edesheim, el Palatinado alemán. Su infancia transcurre entre viñedos y casas de madera. Hijo de un acomodado viticultor, su vida cambia decisivamente cuando el barón Franz Adam d´Holbach, tío suyo, le adopta en 1728. Rebautizado como Thiry d´Holbach, el niño muestra un gran interés por las ciencias. A los 12 años su tío le lleva a París, donde aprenderá francés. En 1744 ingresa en la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, la institución educativa europea más importante, por delante de Oxford y Cambridge que, “si hemos de creer a Samuel Johnson, eran básicamente lugares donde los hijos de los ricos iban a emborracharse” (Philipp Blom, 65, 2018). En 1748 o 1749 regresa a París llevando consigo una mentalidad radical y unos sólidos conocimientos científicos. Se casa en 1750 con Basile Geneviève Suzanne d´Aine, pariente suya, enviudando tres años después. En 1755 se casa con la hermana de su primera mujer.
Escribe frenéticamente, miles de páginas, y colabora en diversos artículos de la Encyclopedie. Su salón es famoso en toda Europa. Por él pasarán los personajes más importantes intelectualmente, desde Buffon a Hume, pasando por Beccaria, Adam Smith o Condorcet. Publica gran parte de su obra bajo seudónimos. Muere en París en 1789. En 1820 su amigo Naigeon pone en conocimiento público la lista de escritos del barón publicados bajo seudónimo.
Siguiendo a Onfray (Michel Onfray, 223, 2010) podemos distinguir tres momentos teóricos en la obra de Holbach. El primero persigue la deconstrucción de la religión y del cristianismo en particular. En 1761 publica el Cristianismo al descubierto. En 1767 el Diccionario resumido de la religión cristiana. Tres años después la Historia crítica de Jesucristo.
La primera de las obras citadas, publicada con el seudónimo de Boulanger, constituye un furibundo ataque contra la religión. “El medio más seguro de engañar a los hombres y perpetuar sus perjuicios es engañarlos desde la infancia. En casi todos los pueblos modernos, la educación parece tener como único objetivo formar fanáticos, devotos y monjes, es decir, hombres nocivos e inútiles para la sociedad” (Holbach,24 2017). La idea de la religión como engaño se repetirá a lo largo de su obra.
La segunda etapa de su obra pretende la elaboración de un materialismo sensualista y ateo. A esta etapa pertenece su obra más importante, el Sistema de la naturaleza, del que hablaremos más adelante.
El tercer momento recoge la propuesta de una política eudemonista y utilitarista. A esta etapa pertenecen su Sistema social, Política natural y Etocracia.
El conjunto de la obra de Holbach es difícil de valorar. Con razón se la ha tachado de fatigosa y reiterativa, de carecer de una sistemática. Sin embargo, me quedo con la conclusión que vierte el profesor Bermudo en el epílogo del Sistema de la naturaleza. Para este filósofo, “la filosofía de Holbach no es la de un profesor que persigue una cátedra en la Universidad alemana a principios del siglo XIX o que elabora una tesis en 1980: es un texto que recoge, ordena y coordina ideas en una síntesis que pasa a ser una visión del mundo utilizable en su tiempo como arma de combate (…). Si se lee sin prisa y sin prejuicios para pensar o repensar los temas planteados, tiene sabor a contemporánea”(Holbach, 654, 2016).
La publicación del Sistema de la naturaleza en 1770 bajo el seudónimo de Mirabaud causó un gran revuelo. Condenada y quemada por la Iglesia en diversas ocasiones, la mera circunstancia de que fuera contestada con tanta vehemencia constituye un elemento que permite afirmar su importancia. No en vano, la obra “llevó a Voltaire a reconsiderar todas sus posiciones filosóficas y a reorganizar su estrategia polémica, llevándole en su última década a desplazar su atención desde casi todo, rebajar su ataque al cristianismo y concentrar sus ataques en el spinozismo, el ateísmo y el materialismo” (Jonathan Israel,180 2015). Y es que la Ilustración de la única sustancia, la radical, ponía en cuestión la religión, agostando sus cimientos. Así, “la Ilustración blanda de Kant y Voltaire era muy acorde con los valores burgueses. Se celebraba la razón, pero se la dejaba confinada a la ciencia, donde no amenazaba con violar el terreno sagrado de la religión” (Philipp Blom,406, 2018). Por el contrario, la Ilustración radical amenazaba directamente el orden social y político.
El voluminoso Sistema de la naturaleza empieza con una declaración de principio: “los hombres se equivocarán siempre que abandonen la experiencia por sistemas alumbrados por la imaginación” (Holbach,29, 2016). El hombre es un ser puramente físico cuyo desconocimiento de la naturaleza le lleva a creer en seres imaginarios. “Es un todo que resulta de las combinaciones de ciertas materias dotadas de propiedades particulares” (Holbach,35, 2016) y un instrumento pasivo en manos de la necesidad, necesidad que no es sino el lazo infalible que existe entre las causas y los efectos. Cuando aquellas no nos son conocidas, cuando ignoramos las causas naturales que producen los efectos, utilizamos impropiamente la palabra azar, a partir de la cual vertebramos la idea de un Dios, causa oculta de los efectos que vemos. “Los hombres solo emplean la palabra Dios cuando el juego de las causas naturales y conocidas deja de ser visible para ellos” (Holbach,274, 2016), de modo que el principal enemigo del ser humano es el desconocimiento, que hay que combatir, pues “si la ignorancia de la naturaleza dio luz a los dioses, el conocimiento de la naturaleza está hecho para destruirlos” (Holbach,279, 2016). Las pruebas sobre la existencia de Dios no poseen la más mínima consistencia, constituyen meros juegos de prestidigitación. Por otro lado, el hecho de que la mayoría de los hombres posea creencias religiosas no es un argumento en favor de la existencia de Dios, pues “antes de Copérnico no había nadie que no creyera que la Tierra estaba inmóvil y que el Sol daba vueltas a su alrededor (Holbach,323, 2016). Asimismo, para Holbach, “la prueba más poderosa de que la idea de la divinidad está fundada en un error es que los hombres han llegado a perfeccionar poco a poco todas las ciencias que tenían por objeto alguna cosa real, mientras que la ciencia de Dios es la única que nunca ha sido perfeccionada” (Holbach, 320, 2016).
No deja de sorprenderle a Holbach con qué facilidad se engaña el hombre al afirmar su superioridad con respecto al resto de seres de la naturaleza. Así, para Holbach, “el hombre no tiene razones en absoluto para creerse un ser privilegiado en la naturaleza, está sometido a las mismas vicisitudes que sus otros productos” (Holbach,86, 2016). En esta línea de pensamiento, es probable que debamos observar la influencia de Buffon, un visitante habitual de la Rue de Royal, para quien, probablemente, “los humanos son meros simios que se distinguen de los seres peludos encerrados en jaulas del Jardín du Roi no por la especie a la que pertenecen sino solamente por matices imperceptibles” (Philipp Blom, 101, 2018). Sin duda, no puedo dejar de subrayar el carácter profético de esta afirmación, singularmente después del desciframiento del genoma humano, genoma que pone de manifiesto que compartimos con los chimpancés el 99% de los genes.
Supuesto el hombre como ser material en manos de la necesidad, resulta absurdo y contrario a todo espíritu científico suponerle dos sustancias, una física y otra espiritual, pues un ser privado de extensión carece de la propiedad del movimiento, de modo que no cabe sino ver contradicción y, por consecuencia, imposibilidad, en una sustancia espiritual móvil. La sensibilidad no es producto del espíritu sino de nuestro organismo, “sentimos con la ayuda de nervios que se extienden por nuestro cuerpo, el cual no es, por así decir, sino un gran nervio parecido a un gran árbol, cuyas ramas experimentan la acción de las raíces comunicada por el tronco” ((Holbach, 95, 2016). A continuación, siguiendo a Locke, distingue entre la sensación, que no es sino una sacudida dada a nuestros órganos, la percepción, que es esta misma sacudida propagada hasta el cerebro, y la idea, que es la imagen del objeto que da origen a la sensación y la percepción (Holbach,98, 2016).
La propia esencia material del hombre, las distintas combinaciones de materias que lo constituyen, introduce entre ellos la desigualdad. Los hombres son desiguales, si bien dicha desigualdad no es vista como negativa por el barón sino que, muy al contrario, contribuye a sostener la sociedad, convirtiendo a los hombres en necesarios unos para otros, todo ello en el bien entendido de que para que así ocurra, para que los hombres sean útiles unos a otros, debe repudiarse todo sistema moral basado en la espiritualidad, pues “el dogma de la espiritualidad del alma ha convertido la moral en una ciencia conjetural que no nos permite conocer en absoluto los verdaderos móviles que deben emplearse para actuar sobre los hombres” (Holbach,108, 2016). Los remedios espirituales son, en el mejor de los casos, inútiles, en el peor, directamente dañinos. El hombre no es ni bueno ni malo; lo serán, en todo caso, las leyes o la educación bajo la cual se desarrolle. Sin embargo, ¿el hombre es libre? ¿acaso la negación de Dios no conduce a un determinismo mecanicista que anula su voluntad? Esa parece ser la conclusión de Holbach para quien “las acciones de los hombres nunca son libres, son siempre consecuencias necesarias de su temperamento, sus ideas recibidas, las ideas verdaderas o falsas que se hacen de la felicidad, sus opiniones reforzadas por el ejemplo, la educación y la experiencia diaria” (Holbach,159, 2016). Sin embargo, es probable que se haya exagerado intencionadamente el determinismo biologicista de Holbach sin hacer mención o sin detenerse en el determinismo social. En efecto, según mi criterio, el barón cree y sostiene que un cambio en la educación producirá efectos positivos en el ser humano, sin que ello suponga contradecir la esencia material del hombre. Así, “Holbach postula la fuerza de una razón bien conducida a manera de motivo capaz de invalidar los otros motivos, la razón actúa como antídoto del determinismo” (Michel Onfray,251, 2010). Esta idea se ve reforzada por la reflexión que hace el barón sobre Newton, un genio que, víctima de una educación llena de prejuicios “no es más que un niño cuando sale de la física y de la evidencia para perderse en las regiones imaginarias de la teología” (Holbach,352, 2016).
Tras el examen del libre albedrío, el barón afirma su utilitarismo y la necesidad de conservación de la sociedad a través de las leyes, cuya finalidad es el interés general preservando la propiedad y la seguridad. No se le escapa a Holbach el concepto de injusticia, si bien antepone la aplicabilidad de las leyes. Efectivamente, nos dice, “la ley es injusta cuando castiga a quienes no ha dado educación ni principios honrados ni ha impulsado a adquirir las costumbres necesarias para la conservación de la sociedad” (Holbach,175, 2016). Llamar justicia a un sistema que condena a los más débiles a muerte por robar una escasa porción de los superfluo al rico no es sino manifestación de hipocresía. “La ley, caprichosa y arbitraria determinó por sí sola lo que era honrado, la jurisprudencia fue inicua y parcial, la justicia tuvo su venda ante los ojos solo para los pobres” (Holbach,416, 2016) Una horrible iniquidad. Iniquidad que, no obstante, no le impedirá en Etocracia, justificar la pena de muerte, contrariando, así, la doctrina de Beccaria, uno de los invitados a su salón, en la obra De los delitos y las penas.
Para Holbach, la religión no es sino un engaño a través del cual los monarcas y sacerdotes alienan al pueblo. Si los gobiernos actuaran con justicia no necesitarían someter a sus súbditos con fábulas. El súbdito, que no hace sino ver que el crimen es premiado y la virtud castigada, no puede sino llegar a la conclusión de que el vicio es un bien y la virtud un sacrificio personal, como propiamente podría concluir un ciudadano de nuestro tiempo al observar cómo, en múltiples ocasiones, el corrupto poderoso resulta premiado y las instituciones que preconizan la virtud son ejemplo de depravación. Y es que, como afirma Holbach, en la conclusión de la primera parte del Sistema de la naturaleza, “los errores del género humano proceden de haber renunciado a la experiencia, al testimonio de los sentidos y a la recta razón para dejarse guiar por la imaginación, a menudo engañosa, y por la autoridad, siempre sospechosa” (Holbach,259, 2016). Esta autoridad, representada en el ámbito religiosos por los sacerdotes, prohíbe a los hombres razonar y los confunde con conceptos abstrusos. No cabe dudar de que “los primeros que tuvieron la osadía de decir a los hombres que en materia de religión no les estaba permitido consultar su razón ni los intereses de la sociedad se propusieron, evidentemente, convertirlos en juguetes o instrumentos de su propia maldad” (Holbach,314, 2016). Estos iluminados, lejos de fomentar la paz entre los seres humanos, predican el odio y empujan a los hombres a matarse unos a otros, todo ello sobre la base de disputas teológicas absurdas o por pura vanidad. Y es que “los sacerdotes son en general los más bribones de los hombres; los mejores entre ellos son malos con buena fe” (Holbach,412, 2016).
El sistema moral de Holbach ha de basarse en el ateísmo, en una educación libre de prejuicios y consciente de que los hombres siempre van a conceder más importancia a aquello que no comprenden. De ahí que los enigmas deban abordarse con espíritu científico, sin acudir a quimeras. Gráficamente nos dirá que “el ateísmo bien entendido está fundado en la naturaleza y la razón, que no harán nunca lo que hace la religión: justificar y expiar los crímenes de los malvados” (Holbach,480, 2016). Y afirma, contra Voltaire, que “las falsas ideas que tantas personas tienen sobre la utilidad de la religión, a la que consideran adecuada, al menos, para contener al pueblo, proceden del funesto prejuicio de que existen errores útiles y de que las verdades pueden ser peligrosas” (Holbach,485, 2016). No es cierto que la religión pueda servir como herramienta de contención pues “el ateo, por malo que lo imaginemos, hará como máximo lo mismo que el exaltado al que su religión empuja al crimen, que ella transforma en virtud” (Holbach, 494,2016). Lo que sucede es que “los soberanos detestan la libertad de pensamiento porque temen la verdad, esta verdad les parece peligrosa porque condenaría sus excesos” (Holbach,503, 2016).
En conclusión, y para Holbach, la auténtica moral es la de la naturaleza. Esta moral “es la única religión que el intérprete de la naturaleza ofrece a sus conciudadanos, a las naciones, al género humano, a las generaciones futuras, de vuelta de los prejuicios que han turbado tantas veces la felicidad de sus antepasados” (Holbach,519, 2016).
A mi juicio, y sin necesidad de compartir la opinión de Jonathan Israel sobre el cambio radical que la publicación del Sistema produjo en el pensamiento de Voltaire, no puede sostenerse la irrelevancia del Sistema de la Naturaleza. Desde mi punto de vista, la importancia de la obra reside en los siguientes extremos:
1) En primer lugar, el Sistema constituye la obra principal del primer filósofo plenamente materialista de la historia, aspecto este que permite afirmar su importancia.
2) En segundo lugar, la radical crítica a la religión, particularmente a la Iglesia Católica, avanza la idea del Estado de Derecho como régimen en el que los poderes públicos están sujetos al ordenamiento jurídico, sin que quepa dar cobertura a situaciones de privilegio o dispensa de ley. Si bien no resulta necesario declararse ateo para defender este sistema político, no puede desconocerse la importancia del declive del poder de la Iglesia como eje vertebrador del Estado de Derecho, de modo que en aquellas naciones que no han logrado superar el carácter confesional de su sistema político, difícilmente existe algo más que arbitrariedad revestida de teología o despotismo. En este punto, considero a Holbach un auténtico visionario, alguien que en su Sistema logró erosionar los cimientos del Áncien Régime poniendo de manifiesto sus debilidades e inconsistencias.
3) Por otro lado, si bien su pensamiento jurídico no reviste un gran interés para la filosofía del derecho, es importante subrayar que su afirmación del interés general a través de la defensa de la propiedad y la seguridad, entronca con las ideas propias de los regímenes liberales de carácter burgués propios del siglo XIX, si bien avanzando, proféticamente, sus debilidades. Y es que, desde mi punto de vista, la importancia que atribuye Holbach a la educación, piedra angular de su sistema moral, permite atisbar ciertos elementos propios de la socialdemocracia, que no niega la desigualdad, pero pretende corregir sus excesos valiéndose, entre otras medidas, de un sistema educativo universal.
4) La religión jamás puede afirmarse como un instrumento útil de control social. Esta afirmación es capital en su Sistema y le enfrenta, sin matices, al pensamiento de Voltaire, quien la defiende como instrumento de contención del pueblo. Creo que no puede dudarse, en la actualidad, de que todo sistema verdaderamente democrático debe abandonar la tentación de utilizar la religión para perpetuar la ignorancia y la servidumbre.
5) Finalmente, su concepción mecanicista del hombre, concebido como necesidad, no deja de situarle, en cierta manera, como un precursor, rudimentario si se quiere, de la moderna neurociencia, particularmente, del materialismo emergentista.