En los sistemas administrativos fallidos, concepto que apuntaba en mi artículo anterior, los órganos administrativos no cumplen con las funciones que les vienen atribuidas o, lo que es peor, hacen ver que las cumplen. Esta situación me recuerda, con una ironía no exenta de decepción, la famosa película «El Show de Truman», un «reality show» que sacrifica la vida de Truman para entretener a millones de ciudadanos ávidos de emociones.
Algo similar sucede en el ámbito del Instituto Nacional de la Seguridad Social de Barcelona, y más concretamente, en su servicio jurídico, donde el 80 por ciento del trabajo gira en torno a la defensa del Sistema de la Seguridad Social frente a pretensiones, no siempre legítimas, de acceso a prestaciones de incapacidad permanente. Un desajuste competencial notable, «Subdirecció General d´Avaluacions Mèdiques» mediante, consistente en un déficit de coordinación que cabe situar en los más notables extremos del cinismo, aboca a los letrados de la Seguridad Social a realizar una mala defensa de los intereses de la Entidad.
Toda defensa de un Sistema de Seguridad Social requiere, junto a notables dosis de sentido común, una buena información. Si se producen graves fallos de transmisión de información, por mala fe, dejación o motivaciones políticas, el letrado de la Seguridad Social se convierte en un mero actor, obligado a la interpretación, dado que la defensa le resulta imposible.
Cuando la irregularidad en la emisión de informes médicos, irregularidad que cuenta con décadas de antigüedad, no es combatida por los órganos administrativos de la sanidad pública catalana con la debida contundencia, defendiendo así, como afirmo siempre, a los ciudadanos que se levantan a las seis de la mañana para ir a trabajar. Cuando la vanidad, el prurito o la mera defensa de intereses personales aumenta en millones de euros el gasto en incapacidades permanentes. Cuando el letrado no se rebela frente a la dilapidación de recursos públicos. Cuando, en definitiva, prima la interpretación frente a la defensa, los letrados pasamos a formar parte de un reparto, tras un casting llamado oposición. Somos letrados del «Show de Truman», siempre dispuestos a pasear nuestros trajes, peinados y vestidos por el plató de los Juzgados de los Social.